(CC BY-NC-ND 3.0)Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 license.  This article by Anita Gurumurthy and Nandini Chami was originally published on http://www.tni.org under a Creative Commons License: longreads – tni.org – la corporacion inteligente

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El presente artículo forma parte del informe Estado del poder 2020, cuya versión en español es editada en formato electrónico por Transnational Institute (TNI), Attac España y FUHEM Ecosocial. La versión íntegra del informe en inglés se puede encontrar en www.tni.org.

Palabras clave: información alternativa, economía, historia, humanidades, análisis social, tecnología.


[ Sección 2 ]  La corporación inteligente. Datos y economía digital.

Anita Gurumurthy y Nandini Chami

(Traducción: Nuria del Viso)

Vivir con la corporación inteligente

Estamos viviendo una fase del capitalismo que está marcada por la concentración extrema del mercado, una desigualdad de la riqueza sin precedentes y la disminución de la participación del trabajo en el ingreso mundial, un contexto que ha llevado incluso al FMI a expresar cautela. No es casualidad que este período de injusticia económica intensificada haya coincidido con la aparición del capitalismo de plataforma y su vehículo en el mundo real, la corporación inteligente.

¿Qué significa vivir con la corporación inteligente?

En primer lugar, como ha demostrado este ensayo, lo nuevo de esta fase del capitalismo que ha generado la economía digital es un cambio cualitativo profundo. La “datificación”[1] y el capital de datos transforman la manera en que tiene lugar la “acumulación por despojo” capitalista. La expansión de los sistemas inteligentes hace posible una colonización y mercantilización de la vida cotidiana a escala planetaria por parte de la nueva corporación en modos que antes eran imposibles. Tanto la naturaleza como los cuerpos están atrapados en un recinto planetario en la medida en que todo y todos pueden convertirse en datos. En segundo lugar, la información basada en algoritmos se alimenta y fortalece el aparato de financiarización que dirige la economía neoliberal. A través de la confluencia perversa de datos y finanzas, la corporación inteligente universaliza y naturaliza su autoridad, destruyendo el mercado de bienes e ideas. En tercer lugar, a través del extractivismo de datos, la corporación inteligente devasta la socialidad, llevando el proyecto ideológico del neoliberalismo hasta la expropiación de lo político, lo que representa una desposesión profunda, una “invasión ontológica” de la subjetividad humana.

¿Dónde nos deja todo esto?

Como ha destacado la UNCTAD, el ritmo de concentración del poder corporativo es extremadamente preocupante. Un ejemplo: la relación beneficio / ventas de Amazon aumentó del 10% en 2005 al 23% en 2015, mientras que la de Alibaba aumentó en sólo cuatro años del 10% en 2011 al 32% en 2015. Los representantes políticos en todo el mundo están luchando por reformar sus leyes heredadas para frenar el avance de la corporación inteligente. Incluso los gobiernos nacionales de las poderosas corporaciones de plataforma estadounidenses y chinas luchan por contener sus excesos. La Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos (FTC) está investigando actualmente a Amazon y Facebook por abuso del dominio del mercado, mientras que el Departamento de Justicia de Estados Unidos está investigando a Google. El estado de California se enfrenta a una gran resistencia de Uber y Lyft a su nueva regulación de los derechos laborales de los trabajadores que realizan servicios para las plataformas, y las dos empresas lideran una iniciativa por valor de 60.000 millones de dólares para liberarse de la responsabilidad de considerar a los trabajadores como empleados. En noviembre de 2019, la administración estatal para la regulación del mercado en China tuvo que celebrar una reunión  con Alibaba y otras plataformas minoristas en línea sobre sus prácticas de amenazas y uso de la fuerza contra otros competidores, en violación de las regulaciones existentes para frenar la conducta anticompetitiva. En países donde la economía de plataforma nacional es incipiente, la situación es aún peor. A menudo, no existen marcos jurídico-institucionales para gobernar las plataformas corporativas. Por ejemplo, Nigeria no ofrece protección jurídica adecuada a las PYME y los consumidores en su mercado emergente de comercio digital. Del mismo modo, los trabajadores de plataforma en el trabajo doméstico en Filipinas, el turismo en Indonesia y el transporte en Sudáfrica no están cubiertos por las leyes laborales vigentes.


[ Véase el ensayo de Adoración Guaman: Empresas transnacionales, Lex Mercatoria, autoritarismo de mercado y resistencia popular ]

Los críticos de la corporación transnacional industrial han demostrado durante mucho tiempo cómo la desterritorialización y la desnacionalización de sus operaciones comerciales crea una crisis de gobernanza empresarial. La naturaleza virtual o en línea y global de la corporación inteligente ha exacerbado este problema. Las lagunas de las leyes de impuestos predigitales basadas en una presencia física en un determinado país han sido explotadas activamente por las compañías de plataforma para evadir la responsabilidad fiscal a través de la transferencia de ganancias a jurisdicciones de bajos impuestos.

image6-1024x554Una sexta parte de toda la riqueza privada del mundo está depositada en paraísos fiscales. Fuente: Estado del poder 2019


De manera similar, cuando se enfrentan con la responsabilidad por prácticas injustas en los mercados extranjeros, es muy fácil para las compañías de plataforma transferir la responsabilidad a su empresa matriz fuera de la jurisdicción. Por ejemplo, Uber en Sudáfrica recurrió a la defensa de que sus conductores socios eran empleados de la empresa matriz con sede en los Países Bajos y no de la filial sudafricana, para evadir sus responsabilidades bajo las leyes laborales vigentes. La falta de regulaciones internacionales vinculantes que rijan los flujos de datos transfronterizos también ha ayudado al extractivismo de datos desenfrenado, similar a la brecha en el establecimiento de normas internacionales sobre las obligaciones de las empresas transnacionales en materia de derechos humanos. La enorme influencia política de las corporaciones inteligentes ha alcanzado proporciones mortales para la democracia y la política. En los Estados Unidos, por ejemplo, cuando Amazon buscaba un lugar donde instalar su nueva sede, los gobiernos municipales corrieron a postrarse desesperadamente en el proceso de licitación, mientras depositaban sus esperanzas en que la segunda sede de Amazon reavivara sus moribundas economías locales. Una ciudad incluso ofreció a Jeff Bezos una alcaldía permanente. La corporación inteligente ha tenido un éxito aún mayor que la corporación industrial a la hora de tejer una red invisible de poder discursivo para distraer a los detractores. Esto se debe en parte al poder persuasivo de la ideología californiana. Los fundadores libertarios de los inicios de la era tecnológica pudieron fundir el compromiso inquebrantable con la libertad individual y la libertad económica como libertad de regulación, depositando una fe ciega en el potencial democrático inherente de Internet. Los fundadores y directores ejecutivos de Silicon Valley se han proyectado como defensores anárquicos de las libertades individuales, defendiendo valores tecno-libertarios, apoyando el filantro-capitalismo y abogando por un descarado tecno-solucionismo para resolver problemas socioestructurales. También han logrado promover la ficción del “emprendimiento” como un truco new age para políticas públicas inadecuadas. Incluso las empresas tecnológicas chinas, con una genealogía diferente de un capitalismo hipernacionalista respaldado por el Estado, han desplegado una versión reducida de esta visión económica neoliberal en sus declaraciones al público mundial. Por ejemplo, en su intervención plenaria en el Foro Público de la Organización Mundial del Comercio de 2018 (OMC), Jack Ma, fundador del grupo Alibaba y de la iniciativa e-World Trade Platform, señaló que aprovechar la oportunidad digital para las pequeñas empresas, mujeres y jóvenes, especialmente en los países en desarrollo, consistía en menos reglas y un comercio digital más libre. Si bien la incursión del capitalismo en la filantropía del desarrollo no es algo nuevo, el alcance y la capacidad ideológica mundial de las grandes empresas tecnológicas lleva la despolitización del desarrollo a nuevos niveles. Más recientemente, en un contexto de demandas por malas prácticas contra las grandes empresas tecnológicas por sus propios empleados, pone en peligro el cuasi sagrado estatus de los directores fundadores y los expone al desencanto público al revelarse reiteradas incidencias de minería de datos clandestina y juegos algorítmicos, lo que desluce su brillo inicial. Alphabet (la empresa matriz de Google) ya no puede usar su lema “Hacer lo correcto” sin ironía. Facebook se ha visto obligado a cambiar su alegato “demasiado grande para caer” por el de “protector y defensor de las libertades de la comunidad mundial”. Es posible que Alibaba no pueda proclamar su compromiso con el desarrollo de las PYME en África por mucho más tiempo. La fachada se ha derrumbado. Y esta ruptura en la hegemonía discursiva de la corporación inteligente en la que nos encontramos actualmente es el momento adecuado para generar un desafío colectivo. Por tanto, debemos resistir para que la riqueza de datos y de redes pueda ser apropiada y utilizada para crear una sociedad justa y humana. Esto significa tomar a la corporación inteligente por los cuernos y forjar un movimiento que sea capaz de lidiar con los límites ético-políticos de la información digital.


Domar el Leviatán y recuperar el planeta

Dada la enorme influencia económica y política de la corporación moderna en la era digital, es una tarea urgente liberar a las personas y al planeta del poder corporativo. Las luchas contra la extrema injusticia del comercio mundial y el régimen de propiedad intelectual por parte de los movimientos sociales transnacionales han demostrado la conexión necesaria entre la agenda para la justicia del desarrollo y el desmantelamiento del poder empresarial. Construir alianzas entre movimientos se ha convertido en una estrategia vital para detener el saqueo inexorable de las empresas transnacionales. Algunos ejemplos inspiradores a este respecto son el movimiento de justicia comercial contra la globalización corporativa, la búsqueda del desarrollo sostenible por parte del movimiento ambiental, las luchas feministas para recuperar el cuerpo y la esfera de la reproducción social del capital, y la lucha de los trabajadores contra la intensificación de la explotación del trabajo y el desmantelamiento de la protección social en la globalización neoliberal. La sociedad civil transnacional ha forjado laboriosamente alianzas y solidaridades a través de estos movimientos para exponer los excesos corporativos, presionando a las Naciones Unidas para que establezcan un tratado internacional vinculante sobre las obligaciones de derechos humanos de las empresas transnacionales ante dificultades casi insuperables. En la era digital, a medida que el poder corporativo asume proporciones indomables, donde los directores ejecutivos tecnológicos crean y rigen dominios de datos, los marcos actuales de análisis de poder y acción pueden no llegar muy lejos. Se necesita con urgencia una estrategia coordinada y coherente para permitir una distribución más equitativa de las ganancias de los negocios de plataforma. El Manifiesto de Justicia Digital publicado en noviembre de 2019 por la Just Net Coalition, a través de un proceso de diálogo estratégico y sostenido entre grupos y activistas de derechos digitales, justicia comercial, grupos feministas, ecologistas, sindicatos y activistas de derechos humanos, esboza una posible hoja de ruta. Como subraya el Manifiesto, necesitamos una acción inmediata a lo largo de tres frentes amplios para reclamar el poder digital de la corporación inteligente:

a) recobrar la propiedad de nuestros datos e información personal y colectiva instituyendo un marco de derechos económicos para los recursos basados en datos.

b) gobernar, recuperando infraestructuras críticas de la plataforma de manos privadas y gestionar esas infraestructuras críticas de plataforma como servicios públicos.

c) aplicar un modelo de gobernanza desde lo local a lo mundial para las infraestructuras digitales y de datos que respalde las economías locales y la autodeterminación democrática de las colectividades, evitando el cierre de todo el mercado y los ecosistemas sociales mediante una fuente de datos centralizada.


La gobernanza de la infraestructura tecnológica debe permitir el florecimiento de economías locales dispares y modelos de plataformas múltiples contra el ímpetu totalizador del capitalismo de plataforma mundial.


En otras palabras, la gobernanza de la infraestructura tecnológica debe permitir el florecimiento de economías locales diversas y dejar espacio para que funcionen múltiples modelos de plataforma (cooperativas, empresas sociales, públicas, etc.) desafiando el ímpetu totalizador del capitalismo digital mundial. La globalización neoliberal y la financiarización han llevado a sociedades profundamente desiguales. La impunidad de las grandes corporaciones ha sido crucial en esta dinámica. Los movimientos sociales han presentado varias propuestas creativas para contrarrestar esta situación: legislar la renovación de los estatutos cada cinco años anulando el principio de la existencia jurídica perpetua de las corporaciones; gravar el comercio de acciones sobre la base del período de tenencia para contener la especulación financiera excesiva; fijar un límite a los activos personales de los fundadores o directores ejecutivos, entre otros. La digitalización exige una nueva frontera para la resistencia. El poder de la corporación inteligente debe ser contenido a través de tácticas pequeñas y grandes en los ámbitos político y cultural. Se debe explorar una nueva sabiduría sobre la gobernanza de los datos para un futuro verdaderamente emancipatorio para todas las personas.


SOBRE LAS AUTORAS

Anita Gurumurthy es miembro fundadora y directora ejecutiva de IT for Change. Anita trabaja en temas de economía digital y sociedad, con un enfoque en la economía política del desarrollo. Escribe periódicamente sobre la conexión digital y la justicia social y de género. Nandini Chami es subdirectora de IT for Change. Se dedica a la investigación y la promoción de políticas en las intersecciones de la política digital, la justicia para el desarrollo y la igualdad de género. Sus intereses de investigación son la justicia de datos, las economías de plataforma inclusivas y el comercio digital y de género.