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Un componente de nuestra humanidad común

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Fuente: Traducción, puente entre mundos. (El Correo de la UNESCO, Abril-junio 2022.)

Nicolas Froeliger / Un componente de nuestra humanidad común / ISSN 2220-2307 • e-ISSN 2220-2315 – licensed under:  Attribution-ShareAlike 3.0 IGO (CC-BY-SA 3.0 IGO)

 

 “Es un mundo poco conocido, que está lejos de limitarse a su dimensión literaria. La traducción es al mismo tiempo un instrumento de promoción de las lenguas, un discreto engranaje de la economía y un vector de ideas, pero también constituye un sector en plena mutación, sacudido por los avances de la inteligencia artificial. Es quizás, ante todo, el medio por el que cada civilización accede ‘al otro’.” (El Correo, p. 4 / UNESCO)

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Un componente de nuestra humanidad común.
Nicolas Froeliger*

 

*Extraductor profesional, Nicolas Froeliger es actualmente profesor de la Universidad de París. Está especializado en traducción pragmática.

 

Está en todas partes y siempre discreta; cada uno se hace una idea de ella, pero nunca es la misma; representa una facultad universal del ser humano (“Comprender es traducir”, afirmaba el escritor, lingüista y crítico  francoestadounidense George Steiner) y moviliza competencias muy específicas. La traducción parece un manojo de paradojas. Así, no resulta sorprendente que, a lo largo de los siglos, se haya recurrido a metáforas, a menudo despectivas, para tratar de definirla: la traducción, una hermosa mujer infiel, una sirvienta, el envés de un bordado…; mientras los traductores, por su parte, serían contrabandistas, artesanos, amanuenses y, a veces, traidores o inquisidores…

Luego están los lugares comunes, las frases hechas: la traducción es imposible, con un diccionario a mano cualquiera puede traducir, la traducción es una cuestión de lenguas, es imposible vivir de ella, un texto  traducido es necesariamente inferior al original, la traducción automática pronto reemplazará a los profesionales, etc. Todo eso es falso, o al menos dudoso, pero muy revelador.

El tema merece, por lo tanto, algunas puntualizaciones. Empecemos por recordar que la traducción es a la vez una operación y su resultado, sin que esos dos aspectos se superpongan perfectamente. Son muchas las traducciones realizadas por traductores no profesionales y, a menudo, los traductores profesionales hacen mucho más que “simples traducciones”. En este último grupo predominan las traductoras, que constituyen sus tres cuartas partes.

“Decir casi lo mismo”

La traducción ha recibido múltiples definiciones: desde “decir casi lo mismo” (título de la obra que el novelista y experto en semiótica italiano Umberto Eco consagró a la traducción) hasta “decir otra cosa de otro modo” (según la expresión del lingüista y antropólogo francés Jean Gagnepain), pasando por ser una actividad que presupone el dominio de diversas lenguas o un instrumento para la enseñanza de idiomas. Se traduce una emoción estética, un mensaje, un sentido, una intención… y el mundo de la investigación no queda al margen. En ese ámbito, hay quien toma la traducción misma como objeto de estudio; a esos se les denomina traductólogos. Otros, por su parte, la utilizan como una herramienta al servicio de la literatura, ya sea comparada o no, o de las ciencias del lenguaje, de la filosofía, del psicoanálisis, de los estudios feministas o poscoloniales… Siempre con un término clave: la interdisciplinariedad.

Sería fácil extraviarse en las infinitas peculiaridades de ese vasto universo. Pero es preferible esbozar algunos aspectos de lo que está en juego, ahora que esta actividad, esta profesión, esta operación se encuentra, como tantas otras, sacudida por los avances de la inteligencia artificial.

La traducción es, ante todo, una necesidad cultural: mediante ella, cada civilización toma conciencia de sí misma y accede “al otro”. Esta es la modalidad más antigua y, por lo mismo, la más célebre de la disciplina. Su trayectoria histórica traza un arco que comienza con la primera traducción jurídica conocida (un tratado de paz entre hititas y egipcios del 1271 a.C.), y que sigue con las traducciones sucesivas de la Biblia y de otros grandes textos religiosos como la Septuaginta margen. (la primera traducción al griego de la Biblia hebrea, realizada en Alejandría, en el siglo III antes de nuestra era) y llega a nuestros días, antes de desplazarse al ámbito literario. Esta actividad permite que cualquier persona pueda acceder en su propia lengua a las obras maestras de la humanidad, así como a producciones escritas y audiovisuales, más allá de las diferencias que hacen pensar a algunos que hay textos o conceptos intraducibles y que tendrían que ser retraducidos eternamente, como señala la filósofa y traductóloga francesa Barbara Cassin.

Propiciar el viaje de las ideas

En el plano de la ciudadanía y las políticas oficiales, la traducción es un instrumento fundamental de mediación y promoción de los idiomas, tanto nacionales como extranjeros. Constituye un contrapeso a la ignorancia, al odio o la violencia, incluso cuando se ejerce al servicio de los ejércitos. La traducción propicia la circulación de las ideas. Con el aumento de las migraciones, son cada vez más los países que consideran que el acceso a los servicios públicos (sanidad, justicia, legislación…) en una lengua que el usuario domina constituye un derecho fundamental.

La traducción es también una pieza esencial, aunque discreta, de la economía. En este contexto se trata de un oficio en plena mutación, que abarca modalidades cada vez más especializadas como la traducción e interpretación en el sentido tradicional del término, pero también otras dimensiones como la localización, terminología, revisión, post edición, gestión de proyectos, redacción técnica, ingeniería lingüística… agrupadas bajo la denominación general de “traducción pragmática”, es decir, una modalidad que tiene sobre todo un propósito de comunicación (textos técnicos, cien tíficos, jurídicos, de prensa, economía o finanzas…). Esto equivale, a escala mundial, a cientos de miles de personas que generan un volumen de negocio superior a 50.000 millones de dólares estadounidenses.

Una reflexión superficial podría conducirnos a enfrentar estas diversas facetas o a privilegiar una sobre otra. Error de método: el aspecto social no contradice al cultural, ni la automatización acaba con los profesionales, aún más, la traducción no podría prosperar sin todos ellos. Más bien al contrario, los cambios actuales nos obligan a actualizar nuestras ideas sobre esta disciplina, quiénes la ejercen y su lugar en la sociedad. De hecho, la disponibilidad general, o casi, de instrumentos de traducción automática gratuitos tiende a hacer de ellos, a pesar de sus imperfecciones, un bien común. Este servicio no condena a la extinción a los profesionales, ya que la traducción automática no incorpora la dimensión comunicacional ni la capacidad del lenguaje humano de crear lo nuevo a partir de lo que ya existe.

Asimismo, los oficios relacionados con la traducción y con la denominada traducción pragmática, dotan de fundamento al ámbito de la traducción literaria, más restringido numérica y económicamente. Más allá de las diversidades, es preciso comprender que traducir es un componente esencial de nuestra humanidad común, que todos esos elementos pueden y deben considerarse como partes de un mismo conjunto, y que, más que un gasto, es una inversión.

Sin duda, la traducción merece que la conozcamos mejor y la practiquemos más. Primero, cada uno de nosotros, porque al pasar por el dominio del lenguaje, constituye una formidable herramienta de reflexión. Luego, a escala social, porque es la sociedad la que permite los intercambios respetando la diversidad lingüística y cultural, algo que una lengua única o dominante no puede realizar por sí sola. En realidad, se puede afirmar, tal y como hace Claire Joubert, profesora de literatura anglófona en la Universidad de Vincennes, en Francia, que gracias a la traducción es posible “pensar toda la cadena de conocimiento, de la lengua a la geopolítica”. Desde luego, es una actividad discreta, pero también es un incentivo extraordinario. Cada uno puede utilizarla como le plazca: la traducción no es excluyente.

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¿Qué es el Index Translationum de la UNESCO?

¿Qué tienen en común el autor danés de cuentos Hans Christian Andersen, la novelista británica Agatha Christie y Carlo Collodi, padre de Pinocho? Los tres se hallan entre los autores más traducidos del mundo según el Index Translationum de la UNESCO, una base bibliográfica única de datos que da cuenta de las obras traducidas en el mundo.

Creado en 1932 por el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones, el Index Translationum fue adoptado por la UNESCO en 1948. Por tanto, es anterior a la creación propia de la Organización, hecho que lo convierte en uno de los programas más antiguos de la misma. El Índice nació de la convicción de que “la traducción es una fuerza preciosa para contribuir al entendimiento entre los diferentes pueblos”; y proporcionaría una visión general de la circulación de ideas. Gracias al Índice, sabemos que los idiomas más traducidos son, por este orden: inglés, francés, alemán, ruso, italiano y español.

Hasta que se interrumpió por falta de financiación en 2013, los centros bibliográficos o las bibliotecas nacionales de los países participantes enviaban anualmente a la UNESCO los datos bibliográficos de los libros traducidos en todos los campos del conocimiento. En 2013, contenía más de cuatro millones de entradas de traducciones desde o hacia 1.139 lenguas diferentes, de las cuales 2,2 millones estaban digitalizadas. Cataloga obras de más de 500.000 escritores, traducidas por unos 600.000 traductores, lo que convierte al Index en una de las mayores bases de datos de la Organización. Todavía hoy, a pesar de hallarse inactivo, se lo considera una de las principales fuentes de referencia de libros traducidos.

 

Los autores más traducidos*

Agatha Christie (1890-1976) novelista inglesa • 7 236 traducciones

Julio Verne (1828-1905) escritor francés • 4 751 traducciones

William Shakespeare (1564-1616) dramaturgo inglés • 4 296 traducciones

Enid Blyton (1897-1968) novelista inglesa • 3 924 traducciones

Barbara Cartland (1901-2000) novelista inglesa • 3 652 traducciones

Danielle Steel (nacida en 1947) novelista estadounidense • 3 628 traducciones

Vladimir Lenin (1870-1924) político ruso • 3 593 traducciones

Hans Christian Andersen (1805-1875) autor danés de cuentos de hadas • 3 520 traducciones

Stephen King (nacido en 1947) escritor estadounidense • 3 357 traducciones

 

*Número de obras traducidas (incluidas las reediciones) en diferentes lenguas en un periodo de 30 años aproximadamente (años 1980–2009/2010). Fuente: Index Translationum de la UNESCO

Fuente: El Correo de la UNESCO. Traducción, puente entre mundos. Abril-junio 2022. © UNESCO 2022. ISSN 2220-2307 • e-ISSN 2220-2315. Esta publicación está disponible en acceso abierto bajo la licencia Attribution-ShareAlike 3.0 IGO (CC-BY-SA 3.0 IGO).

 

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